18/7/09

Sammy y yo

Una de las grandes ventajas que tiene la televisión por cable, es que de vez en cuando, tras larguísimas sesiones de zapping, podemos encontrar una recompensa a la tendonitis al descubrir ciertas películas que difícilmente podemos ver en las pantallas nacionales, sea porque fueron tan malas que no superaron la estancia mínima en los cines de su país de origen, o también porque fueron tan buenas, que no encontraron un lugar en el circuito comercial estilo hollywoodense. En el caso concreto de México, es realmente excepcional encontrar en cartelera cine distinto al gringo y menos si se trata de películas latinoamericanas. Sólo aquellas producciones de encumbrados directores, o que han ganado premios internacionales podrán encontrar cabida por una o dos semanas en las salas cinematográficas y después habrá que estar cazándolas en cineclubes y salas de arte, o si se cuenta con mucha suerte, encontrar una copia en dvd perdida en alguna tienda, o ya de plano bajarla de internet, si es que alguien se apiadó y la puso en la red. Pero eso es un tema del que nos ocuparemos en otra ocasión.


Retomando el tema, hace unas semanas nos encontramos con una película argentina del 2002, Sammy y yo o Un tipo corriente, escrita y dirigida por Eduardo Milewics (La vida según Muriel, 1997), y con las actuaciones de Ricardo Darín, Angie Cepeda, Alejandra Flechner y Henny Trailes. La película, cuenta la historia de Samy Goldstein, un escritor judío a punto de alcanzar los cuarenta, ansioso, depresivo y paranóico, que escribe para un programa cómico que está al borde de ser retirado. Vive una vida gris en la que su única obsesión es escribir una novela que parece no llegará nunca, inmerso en una relación con una intelectual de altos vuelos que lo ignora y desprecia, una madre castrante y una hermana amargada. De pronto, por una confusión conoce a Mary, una chica colombiana aparetemente desquiciada, quien de buenas a primeras decide que el encuentro es una señal y se instla en la vida de Sammy para terminar de desequilibrarlo todo, y más aún, cuando consigue su cometido de imponer el "estilo Goldstein".


Aclaremos, no se trata de una joya de la cinematografía ni del mayor hallazgo dramático de los últimos tiempos, sino de una comedia romántica fresca, ligera y, sobre todo, divertida; pero no por ello menos inteligente. Viendo esta película podemos quedarnos en un nivel superficial, y está bien, nos divertimos y punto; pero si profundizamos un poco, encontramos varios elementos que la hacen aún mejor. por ejemplo, el manejo de caracteres, especialmente en el papel de la Esther (Alejandra Flecner), el prototipo del crítico de arte, pagado de sí mismo, arrogante, enhebrador de discursos rimbombantes y siempre hablando desde la altura de los demás (y que me perdonen los críticos), el de la madre judía (Henni Trailes) o la fotografía, que refleja ese Buenos Aires que Sammy odia, el mismo en el que habita esa gente que le encanta que le digan que todo está mal o incluso, la conclusión de la plática entre Sammy y su padre da mucha luz sobre el por qué somos e tal o cual manera ("Hijo mío, hay algo que tenés que saber: no hay ninguna razón para creer en los seres humanos, ninguna. ni siquiera en mí y mucho menos en vos"). Pero lo más relevante, es que se trata de una película que habla de la confianza, en uno mismo y en los demás, más allá de los gags en los que Sammy aparece como un cómico involuntario ("Sufro, y en mis ratos libres, escribo..."), o en los que la madre habla de su hijo frente a las cámaras ("Con él siempre fue así, tiene problemas. En segundo grado del shule, tenía que hacer de abeja, y no sabía cómo mover las alitas... ¡Abeja reina! ¡La más importante de todas! Oportunidades tuvo en la vida, no las supo aprovechar...") está esa búsqueda de uno mismo, de esa necesidad de autodecubrimiento, de romper esquemas y círculos viciosos, que sólo a través de la confianza podemos alcanzar.

Revisando en la red, encontré sobre esta película cosas interesantes, y entre ellas que comparan al personaje de Sammy como una suerte de Woody Allen bonaerense; a lo mejor, realmente hasta que lo leímos pensamos en ello; que hay una saturación de gags innecesaria, etc.; pero creemos que esas consideraciones pertenecen al plano superficial de la historia, si nos dejamos llevar por el facilismo y nos quedamos con una visión parcial de la historia.

No es una película de estreno, seguramente no va convertirse en un clásico como Casablanca (que al parecer Sammy aborrece); pero es divertida, bien escrita, bien dirigida y muy bien actuada, así que si la encuentran por ahí, véanla, se van a divertir.


2 comentarios:

Rembrandt dijo...

Ví la pelicula hace un tiempo, y es cierto lo que decís no va a quedar en la historia del cine como Casablanca , El Ciudadano , etc, pero si dentro de las pelís divertidas que te hacen pensar un rato. Yo tbn pensé en W. Allen cuando ví a la mamá , genial por cierto.
A decir verdad , a veces elijo las pelis por los actores que están ella, en este caso Darín , que me parece uno de los mejores de mi país, que por suerte tiene muchos de los buenos que se pueden ver en nuestro idioma, viste?
Uy me salió la argento que llevo dentro, sorry.
Me gustó mucho tu post, será que considero al cine como una de las expresiones más importantes de la cultura.
En fin mejor no sigo porque podría escribir dos horas sobre el tema y corro el riesgo de que termines bostezando jajaja.

Te cuento , hoy en mí país es el Día del Amigo, así que te dejo un beso muy especial y el agradecimiento de que me permitas ser tu amiga dentro de esta hermosa comunidad virtual. Grxs por estar.
REM

Raúl Esquivel Martínez dijo...

REM ¡Pues bienvenidas nos dos sino mil horas de charla cinéfila! A mí es un tema que, aunque no domino nombres de directores y demás, me encanta, y de tu país soy un verdadero fanático de Subiela.
A Darín lo conozco, he visto algunas de sus pelis, y "El hijo de la novia" me encanta (lloré como Magdalena, lo confieso).
Y bueno, aunque retrasado, un abrazo por el día del amigo, y al contrario, gracias a ti por andar estos pasos. Ahora sí que como dice un trovador de por acá: "tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio... y coincidir."