28/3/09

La tríada colombiana (Parte 2)

Fernando Vallejo,
La belleza del Apocalipsis cotidiano

En el post anterior, iniciamos los comentarios sobre Héctor Abad Faciolince, uno de los tres autores colombianos que consideramos han marcado una nueva forma de enfrentar y vivir la literatura latinoamericana, y que hemos denominado como la tríada colombiana. Y continuando con esta trilogía, toca el turno a otro autor polémico y controvertido: Fernando Vallejo.

Antioqueño de nacimiento (1942), pasó la primera parte de su vida en Medellín, trasladándose posteriormente a Europa, donde realizó estudios cinematográficos en Cinecittà y más adelante vagar por diferentes partes del mundo, hasta establecerse en nuestro país desde 1971. Narrador autobiográfico, ha publicado la saga El río del tiempo, escrita en varios volúmenes entre 1985 y 2004, en las que sin concesiones, relata una vida de excesos en los que la experimentación y el hallazgo de su identidad sexual, han sido objeto de múltiples controversias en su país y alabanzas en el extranjero; pero en las que se deja ver esa necesidad de vivir la vida y llevarla hasta sus últimas consecuencias y sin temor a llamar a las cosas por su exacto nombre. Además ha llevado a la pantalla Crónica roja (1977) y En la tormenta (1980) y Barrio de campeones (1981), escritas y dirigidas por él en México y ganado diversos premios. Además está si magnífico libro la puta de Babilonia (2007), que es un amplio, profundo y ácido recuento de la historia de la iglesia católica desde sus inicios, y que causó gran polémica tras su aparición, entre otros.

En comparación con Héctor Abad, si bien la constante es la realidad cotidiana, en la obra de Vallejo se caracteriza por ser mucho más fuerte, áspera y directa que muestra una faceta muy diferente, en el que la misantropía aparece como el personaje principal en un mundo dislocado, que en nombre del “progreso” y la “civilización”, flagela a la sociedad y la llena de desigualdades, explotación y juegos de doble moral. Así pues, en esa realidad desgarrada de la que nos habla Fernando Vallejo, se llega los extremos paradójicos, en los que la injusticia, bien puede ser una solución perfectamente justa.

Las posiciones adoptadas por Vallejo a lo largo de su obra, le han hecho merecedor entre sus coterráneos de calificativos poco halagadores como “racista”, “fascista”, “inmoral”, “hereje” y demás adjetivos que no hacen más que confirmar su vocación por el caos y por hacer de la demolición y el escándalo su misión literaria. Sin embargo, al exterior de Colombia, el trabajo de este autor ha sido calificado en forma tan positiva que se le compara con autores de la talla del Conde de Lautremont, Henry Miller, Jean Genet o Boris Vian, además de merecerle el reconocimiento de escritores consagrados como Mario Vargas Llosa, quien reconoció la belleza que surge de en medio de la matanza y la sangre que viste al “Medallo” de La virgen de los sicarios (1994).

Pero no todo es escándalo y ruido en Vallejo, Fernando Vallejo ha realizado trabajos de investigación histórica, como su edición de la poesía completa de Porfirio Barba-Jacob (1985), El mesajero de 1991, que es nueva versión de la biografía del mismo Barba-Jacob que ya había editado en 1984, y que le llevara varios años de investigación y viajes por las ciudades en las que pasó dicho poeta antioqueño, además de publicar en 1983 su obra Logoi, una gramática del lenguaje literario, que fuera editada por la Universidad Nacional Autónoma de México, en su colección Lengua y Estudios Literarios, La tautología darvinista (1992) y Manualito de impusturología física (2005).

El estreno de la versión cinematográfica de “La virgen de los sicarios” en 2000, bajo la dirección de Barbet Schroeder y protagonizada por los excelentes actores Germán Jaramillo, Anderson Ballesteros y Juan David Restrepo, consiguió, a pesar de la poca difusión que se le dio en los circuitos comerciales y su pronta salida de las salas cinematográficas, que ese libro en particular y en general, toda su producción literaria de Vallejo se agotara rápidamente en las librerías. Ya después de su estreno, la película causó una gran conmoción en Colombia, tras su estreno en octubre de 2000, pues, tal y como afirmó el director de la producción franco-francesa al periódico “Ideal”, de Granada Espala: “Ha sido el rodaje mas emocionante de mi vida", ya que, según nos comentó en aquel entonces César Salazar, el sonidista de la producción, fue grabada casi en secreto, para mantener el financiamiento del Estado Colombiano, que aceptó parte del patrocinio en la idea de que se trataba de la adaptación de otra novela de Vallejo.

Debido a este revuelo, La virgen de los sicarios, publicada en 1994, se ha convertido hasta el momento, en la obra más representativa de Fernando Vallejo, y que por su fuerza emotiva y crudeza narrativa ha causado revuelo en los lectores. Esta novela corta narra el regreso de Vallejo a su Medellín natal, después de treinta años de ausencia, encontrándose con una ciudad que ahora se llama "Medallo" y "Metrallo", en alusión a la violencia que se concentra en sus calles. Allí conoce a Alexis, un adolescente de 16 años, convertido en todo un asesino a sueldo que sufre la desocupación causada con la captura y muerte del narcotraficante Pablo Escobar, un chico proveniente de las comunas (ciudades perdidas) de Medellín, y con el que el autor inicia una vertiginosa relación homosexual, en la que el amor, la ternura y la violencia se conjugan en un todo que desgarra y refleja la realidad de una ciudad que, después de una racha violenta, ha sido calificada como la más violenta del mundo contemporáneo. Y es precisamente esa combinación de amor y violencia situada en medio de una sociedad brutalmente cambiada en sólo tres décadas, donde la vida ya poco vale y en la que se puede morir por tocar la bateria o escuchar a alto volumen un vallenato, centran esta historia que utiliza un exquisito y negro humor que da el equilibrio perfecto para que el lector, o el espectador en el caso de la película, quede atrapado desde las primeras líneas o secuencias de esta obra.

En conclusión, Fernando Vallejo es un escritor contestatario y provocador, de pluma rabiosa, hostil e irónica que se niega a sublimar o disfrazar una realidad, sin caer en la mera y simplista nota roja o sensacionalista, que consigue con maestría embelesarnos y demostrarnos que aún en medio del apocalipsis en que vivimos, es posible encontrar la belleza.

21/3/09

La tríada colombiana (Parte 1)

Un referente obligado al hablar de la literatura contemporánea de Colombia es, por supuesto, el Premio Nobel 1982 Gabriel García Márquez (Aracataca, 1928). Sin embargo, y sin demeritar el trabajo de este gran escritor y periodista, representante de lo que se conoció a nivel mundial como el Boom latinoamericano, principalmente durante las décadas de los sesenta y setenta, encontramos que por desgracia, en nuestro país, el trabajo de otros escritores de una nueva generación colombiana han pasado casi desapercibidos (como muchos todos los nuevos escritores talentosos de nuestro país), sea porque no representan una venta segura para las compañías editoriales, o bien por no estar reconocidos por los “grandes” círculos de escritores mexicanos. Pero ellos están ahí, con un trabajo concreto que refleja fielmente la realidad de ese país sudamericano, tan alejado México por su situación geografía, como cercano por su historia reciente.

Dentro de esta nueva generación de escritores, consideramos a tres autores como los principales exponentes, debido a su talento y fuerza narrativa, y a quienes hemos denominado como la Tríada Colombiana: Héctor Abad Faciolince (Medellín 1958), Fernando Vallejo (Medellín, 1942) y Rafael Chaparro Madiedo (Santa Fe de Bogota, 1963-1995). Y es precisamente por que los consideramos fundamentales para entender las nuevas tendencias literarias en Latinoamérica, que dedicaremos este espacio y algunos más a hacer una breve semblanza de su trabajo y de los puntos de convergencia de esta tríada, iniciando, en esta ocasión, con el antioqueño, Héctor Abad Faciolince.


Héctor Abad Faciolince
Fragmentos de una nueva literatura

Como ya señalamos en líneas precedentes, Héctor Abad nació en la capital de Antioquia en 1958, donde cursó la carrera de Periodismo; más adelante estudió Lenguas y Literaturas Modernas en la Universidad de Turín, en Italia, y hasta la fecha, su trabajo se ha desarrollado como periodista, traductor y escritor. Ha publicado el libro de cuentos Malos pensamientos; las novelas Asuntos de un hidalgo disoluto, Fragmentos de amor furtivo (que actualmente está en vías de convertirse en película); Basura (con la que ganó el primer premio Casa de América de Narrativa Innovadora); Angosta; El amanecer de un marido; el libro sin género Tratado de culinaria para mujeres tristes; el libro de crónicas El oriente empieza en El Cairo, los magníficos libros de ensayos Palabras sueltas y Las formas de la pereza y el entrañable relato sobre su padre El olvido que seremos, así como de innumerables ensayos y artículos en periódicos y revistas.

Su obra se distingue por un estilo fresco, sencillo y desenfadado, aunque no por ello menos impecable, que encierra a su vez una gran profundidad temática que confluye en un tema recurrente: los horrores y la realidad de una ciudad como Medellín; pero no visto desde el punto sensacionalista de la violencia y la guerra desatada en la zona en los estertores del siglo veinte, sino desde una perspectiva mucho más universal y común: el vacío espiritual, la falta de un sentido claro que ayude a sobrellevar la vida, la necesidad de aferrarse a algo en medio de una urbe cualquiera del planeta, poblada por millones de almas igualmente solitarias que viven día con día la decepción de experimentar en que las “bondades” no son para ellos. Sin embargo en el enfrentamiento con esta dura realidad, Abad Faciolince aborda temas fundamentales como las relaciones humanas, la vida, la muerte y los retos y preocupaciones del escritor, sin perder ese sentido lúdico que le permite saltar de imágenes poéticas con una gran carga emotiva mediante el uso de construcciones verbales sencillas (que no simplistas), hasta comentarios irónicos y que, incluso, más de uno podría considerar como temerarios, como es el caso del sarcasmo que dedica al realismo fantástico, en boca de uno de sus personajes, al declarar después de una disertación sobre lo que debe de ser la nueva literatura: “Yo no sé cuándo conocí el hielo pues yo nací en los tiempos de la nevera. Me acuerdo, sí, de una mañana en que mi padre me llevó a conocer un muerto.” (“Basura”, pág. 58).

Ahora bien, otro tema recurrente en medio de esa constante soledad es el amor, que, sin caer en la novela rosa, hace de hilo conductor de sus obras. Y el mejor ejemplo es, la que a título particular consideramos como su mejor novela publicada Fragmentos de amor furtivo, que relata una historia de gran erotismo en la que Susana y Rodrigo, dos personas de la clase media colombiana, que enfrentan su soledad, y a pesar de ser diametralmente diferentes, deciden dar rienda suelta a un amor verdaderamente difícil para ambos. Lo notable y sublime en este caso, es la forma en la que Héctor Abad consigue escudriñar el sentimiento y los pensamientos del alma femenina, brindándonos una novela que establece una plena identificación del lector(a) con los personajes y las situaciones planteadas y nos regala, por un lado, a la mujer que todas las mujeres, consciente o inconscientemente, desean llegar a ser, y por el otro, al hombre que, queramos o no, somos todos los hombres.

Desgraciadamente se acerca el momento de dar por terminado este conjunto de fragmentos sobre la obra de un escritor ampliamente recomendable, que sabe disparar con gran maestría los detalles y avatares de la vida cotidiana para convertirlos en un hecho estético y literario lleno de significaciones y matices, que nos llevan de la mano por una ficción tan convincente y verosímil como nuestras propias manos, como nuestras propias vidas. Así que, no deje pasar la oportunidad de conocer a este gran autor, de zambullirse en el placer de su pluma.

13/3/09

Un hada, un cisne


(A partir de la canción homónima
de Charly García)
Un recuento nostálgico
por mi maestro, amigo y gordirector,
que me enseñó a dar libertad
a mi niño interno y lo poquito que sé
de literatura infantil,
José Antonio Alcaraz (1938-2001)



I.
“¡Ay sí! Te falta esforzarte más, aplicarte en tu magia y sobre todo, con-cen-trar-te... si fueras como Fauna, Flora y Primavera, podrías incluso llegar atener tu propio cuento... ¡Eres el hada negra de la familia, y como no pones ningún interés, quedas expulsada!..” “¿¡Y a quién le importa la Escuela de hadas!? Finalmente... ¡ellos se lo pierden!..” Así venía refunfuñando Gertrudis mientras vagaba por el bosque francamente molesta, blandiendo torpemente sus alas y con el gorrito gacho. Parecía un pequeño sapo que avanza de brinco en brinco por las ramas. Estaba furiosa porque no aceptaban su forma de ver la vida “hadíl”. Y no es que no deseara ser un hada madrina y ayudar al ahijado que le encomendaran; pero le aburría sobremanera la forma tiesa y ortodoxa en que enseñaban en la escuela: eso de quedarse calladita, perfectamente seria y absorta en el aprendizaje del proverbial “Dívidi Bábidi Bú” le causaba una flojera enorme.


No. A Gertrudis le interesaban otras cosas: jugar por las noches con las luciérnagas, montar a grillo por el bosque y, de paso, hacer una que otra travesura con los polvos mágicos para molestar a sus hermanas, que no la querían, ya que siempre fueron las más aplic-hadas de la escuela y mostraban su desdén hacia Gertrudis por desfachat-hada, aunque en realidad, lo que sí eran sus hermanas, era un par de apret-hadas, por lo que Gertrudis siempre gozó al causarles escándalo y que le gritaran a coro con horror: “¡Pero vete nada más: eres una desparpaj-hada! Y además... ¡atolondr-hada!..”


Gertrudis quería algo más que obtener su título y cédula profesional de hada, enfundarse en su traje de merengue y andar por ahí, varita en mano, cumpliéndole deseos al protagonista en turno. Eso era demasiado ñoño para ella, que siempre se preguntó por qué no nació en la época de los cuentos épicos, donde dioses y guerreros libraban feroces combates. Se veía a sí misma como “Gertrudis, la guerrera de Darmaján”. Pero era tan sólo una aprendiz de hada que corrieron de la escuela por ser diferente.


Poco a poco, su corazón fue cambiando del color del coraje al de la tristeza, hasta que con un puchero enorme, se sentó en la rama de un árbol y rompió en llanto; no sería jamás, ni cuando menos un hada de relleno en algún cuento segundón: su destino, era el anonimato.


II.
Tanto lloró, que a sus pies se formó un lago con sus lágrimas y pronto pudo ver reflejado su rostro, y ahí se quedó, mirándose como si no se conociera, hasta que cientos de circulitos que crecían hasta hacerse circulotes, desdibujaron su imagen. Gertrudis levantó la cabeza para ver qué sucedía; así pudo ver cómo iba acercándose un cisne blanco que también lloraba. “¿Quién eres tú?”.. si eres el patito feo... te aviso que ya creciste y eres hermoso...” dijo Gertrudis al sentir en la presencia del cisne una tristeza mayor a la suya; pero que a pesar de ello, dibujó tenuemente una sonrisa en su pico. “Nada de eso... me llamo Austreberto y vengo de las tierras de Este...” dijo el cisne y continuó: “Y tú, ¿cómo te llamas?”. La respuesta de la pequeña no fue muy alentadora: “Soy Gertrudis, lo que se puede llamar un hada fracaz-hada.”


De esta manera, Gertrudis y Austreberto se hicieron amigos al identificarse en el dolor: ella, expulsada de la escuela y él, imposibilitado para regresar a las tierras del Este, porque se fracturó las alas al escapar de un cazador, mientras buscaba el camino a casa. Ambos compartieron su pena y Gertrudis, aunque nunca lo dijo, se enamoró de Austreberto y soñó con volar a su lado, cruzando el mar hasta llegar a aquel lugar que el cisne tanto añoraba. Por eso le afligía tanto ver a Austreberto triste y con las alas rotas. Decidió ayudarlo a como diera lugar para verlo feliz, y después de mucho pensar, dio un gran salto: “¡Ya sé... yo voy a curar tus alas..!”, y comenzó a hurgar en los bolsillos de su vestido: “chicles... no... galletas... tampoco.... resortera... menos... a ver... por aquí deben estar... ¡aquí están!”. Emocionada, Gertrudis sacó su costalito con polvos mágicos, respiró profundo y con todo cuidado, roció los polvos sobre Austreberto, poniendo toda su concentración y fuerzas en pronunciar correctamente cada una de las palabras del hechizo hasta que... ¡pum!: las alas del cisne se extendieron enormes y blancas, ¡estaban curadas!.


Gertrudis se desplomó exhausta a los pies de un árbol mientras Austreberto le agradecía el milagro. Entre jadeos, la pequeña advirtió en un gesto de honestidad: “Yo en tu lugar primero hacía un vuelo de prueba... te recuerdo que me expulsaron de la escuela...” Él pidió a Gertrudis que lo acompañara; pero ella no podía dar un paso más; entonces se quedó recargada en el árbol descansando y Austreberto alzó el vuelo para probar sus alas elevándose por los cielos, muy alto, como si quisiera besar al sol.


El cisne llegó hasta el mar y decidió parar un rato antes de regresar por Gertrudis. Ambos, cada cual por su lado, se quedaron profundamente dormidos. Para cuando ella despertó, ya la tierra se había bebido sus lágrimas y no quedaba ni rastro del lago. Desesperada comenzó a gritar el nombre del cisne esperando ser escuchada; pero era tarde: Austreberto ya había sobrevolado la zona sin encontrar ni al lago ni a Gertrudis y, pensando que ella había desaparecido para evitar la despedida, emprendió agradecido su viaje al Este.


III.
Una vez más, el llanto comenzó a llover en los ojos de Gertrudis; nunca más se volverían a ver. Caminó durante largo rato afligida, con la cabeza gacha, sin ganas de seguir viviendo. Sintió que en un momento lo tuvo todo y al siguiente lo perdió. Sin embargo, al regresar a la aldea, todos la esperaban expectantes. Gracias al morbo de Campanita, que la siguió a escondidas y fue testigo de todo, maestros y compañeros de Gertrudis supieron de su hazaña, y asombrados con el poder de la pequeña, decidieron por unanimidad otorgarle su título y cédula profesional como hada. Ella recibió con gusto la sorpresa y se convirtió en el ejemplo para toda la comunidad hadíl, pues recibió incluso el más alto honor al que puede aspirar un hada: ser la protagonista de éste, su propio cuento.



IV.
Gertrudis finalmente fue un hada feliz, aunque, desde aquel día, todas las tardes, sin excepción alguna, vuela hasta el mar y se sienta en la playa sosteniendo su varita mágica, que en vez de tener el la punta una estrella, muestra un cisne, a mirar hacia el Este hasta que el sol se pone la pijama y se va a dormir.

7/3/09

Lecturas

Este año, no ha sido fácil arrancar con la carrera de lecturas, hay demasiadas en la fila de espera; otras tantas que se me van cruzando en el camino; la novela (que se sigue resistiendo); una cantidad enorme de proyectos anotados y otros tantos más revoloteando en mi cabeza a la espera de pista de aterrizaje; mucho trabajo; la tesina de ingreso a la AMDIM (que ya casi está); los preparativos de la maestría y Tany, Antara y Silvio que demandan atención, ingredientes que combinados me dejan poco espacio para leer, aprovechando esa gran ventaja de que puedo leer sin marearme en el metro, autobuses y caminando, haciendo de los traslados casa – oficina – casa, verdaderas tertulias de lectura.

Así que ahí la llevamos, sumando títulos a la lista (en la que por supuesto no entran las de carácter jurídico; esas por ahora son más obligación que placer) y me pareció buena idea seguir hablando de algunas de ellas, las más relevantes a mi gusto. Eso sí, advierto que estas pequeñas impresiones están completamente fuera de discursos grandilocuentes y eruditos, de esos que deben leerse en voz alta y tono engolado al más puro estilo “mamá, soy Paquito, no haré travesuras”; así que, amigo y cómplice que lees estas líneas, eres de los que gusta de cesudos estudios y análisis profundos sobre los libros expuestos, desde ya le digo que cierre esta página y espere a la semana siguiente a ver qué se me ocurre; porque de eso, nada. Siempre me han reventado las “críticas literarias” y esas personas que, como dice mi buen amigo y escritor Óscar de la Borbolla, “prefieren dedicarse a una actividad de quinta”. Lo que busco a continuación es dar una pequeña impresión de ciertos libros y nada más, así subjetivo y sencillo; y pensándolo bien, ya más adelante dedicaré un espacio específico para hablar de lo que pensamos sobre la crítica literaria (en especial, porque me estoy desviando del objetivo principal de esta intervención. Venga pues…


La tienda de los suicidas
Jean Teulé
Editorial Bruguera
Novela

Esta novela desarrolla la historia de la familia Tuvache, orgullosos dueños de una tienda especializada en suicidas, donde es posible encontrar absolutamente todo lo necesario para dar el paso final al otro mundo. Pero la verdadera tragedia comienza con Alán, el hijo más pequeño que está enamorado de la vida, lo que automáticamente lo convierte en la oveja negra y vergüenza de la familia, poniendo en jaque el negocio familiar.

Se trata de una novela ligera y sumamente divertida, muy ágil y con un humor negro delicioso. Jean Teulé, el autor, se ha dedicado principalmente a la escritura de guiones cinematográficos y a los comics, y tal vez por eso consigue que mientras estamos leyendo y vamos de carcajada en carcajada podamos ver claramente la imagen de un niño que adora encontrar siempre el lado bueno de la vida y carga una sonrisa permanente en el rostro. Además el final (que no les voy a contar) tiene la gran virtud de ser sorpresivo, de dar una vuelta de tuerca cuando uno ya había caído en la trampa anticipando un final con sabor a lugar común, dejándonos con l aboca abierta y volteándonos todo el esquema.



Si bien no es un tesoro o revolución literaria, creo que está muy bien escrito y es un verdadero gusto poder leer algo ligero y que al mismo tiempo transmite ideas profundas desde una perspectiva desenfadada y ágil.


Firmin, aventuras de una alimaña urbana
Sam Savage
Sex Barral
Novela

Firmin es una rata que por circunstancias de la vida, nace en el sótano de una librería de viejo en el viejo Boston; y en su necesidad por sobrevivir comienza a devorar libros, siendo tal su gusto por ellos que aprende a leer. La madre y los hermanos de Firmin pronto abandonan el lugar en busca de otros sitios con mayores posibilidades de alimentación; pero Firmin no, él decide quedarse y hacer de la librería su hogar, su pedacito particular de paraíso, iniciando un proceso de humanización, sin darse cuenta de que con ello, nos está mostrando la bajeza de nuestra condición humana.

Las peripecias que vive este roedor en su afán por ser lo más humano posible, combinado con su naturaleza depresiva y una capacidad de ternura envidiable, nos llevan a quererlo desde las primeras páginas y a divertirnos con el relato de sus instintos de voyeur. Resulta un verdadero agasajo verlo soñándose convertido en Fred Astaire, enfundado en un frac y bailando del brazo de Ginger Royers, o descubriendo que gran parte de su vida la vivió soñando con ser escritor en el más puro estilo burgués.

Según aparece en la contratapa, Sam Savage publicó esta novela en una autoedición y su éxito se dio de forma artesanal; es decir, fue pasando de mano en mano, por recomendación de sus lectores hasta convertirse en uno de los libros más solicitados en el sitio amazon.com, atrayendo la atención de una editorial como Seix Barral, que es quien edita el libro en español. Y no le falta mérito, es una historia entrañable que inmediatamente le llega hasta adentro a todos aquellos que hemos hecho de la lectura no sólo una afición, sino toda una conducta adictiva y apasionante, es muy fácil sentirse identificado con las reflexiones y referencias bibliográficas que hace ese pequeño roedor culto y lo mismo puede llevarnos a la risa que a las lágrimas, a sufrir con él y a soñar a su lado con un mundo que poco a poco se va desmoronando a su alrededor. Algunos que saben, especulan respecto a si Firmin no es otros sino el alter ego de Savage; eso no lo sabemos; pero de ser así, el tipo debe de ser formidable e interesantísimo.

Y antes de comenzar con frases rimbombantes; mejor resumimos esto a algo muy simple y directo: a mí me encantó.



Hotel Pekín
Santiago Gamboa
Seix Barral
Novela

Si algo nos ha gustado siempre de lo que hemos leído de Santiago Gamboa, es ese estilo uniforme y pulido, que sin embargo no deja de sorprendernos con cada nueva narración, y Hotel Pekín, no es la excepción. Aquí, Gamboa nos habla de un colombiano radicado en los Estados Unidos y que en principio está perfectamente asimilado a la idiosincrasia del american way of life; trabaja para una empresa de asesoría dedicada a enseñar a altos ejecutivos y empresarios de países de medio y lejano oriente los secretos para ser un poco más “civilizados”, más occidentales en sus relaciones comerciales. El hombre viaja por el mundo enseñando cosas fundamentales como, las marcas y formas de combinar colores y texturas de un traje, el uso de joyas, relojes y accesorios o hasta dónde llenar una copa de vino.

Su vida transcurre sin mayores sobresaltos y está convencido de que es un triunfador, hasta que llega a dar uno de sus cursos a China, en donde conoce a un empresario al que de inmediato identifica como un “agente reticente” y en su afán por convencerlo de las bondades de la vida occidental y de la necesidad de abrirse para llegar a tiempo a su cita con el futuro y el progreso, que comienza a estrechar sus lazos con el empresario, y a través del trato y sin darse cuenta, comienza a replantearse su vida, sus raíces y sus valores.

Aquí estamos frente a una de las imágenes recurrente en la obra de Gamboa y es la esencia del extranjero, del emigrante, desde una nueva perspectiva, un nuevo punto de vista del sentimiento de otredad y una crítica abierta a todos aquellos que forzados por las circunstancias o por gusto, deciden emigrar en busca de nuevas formas de vida y caen en la trampa de olvidar su origen, sus raíces, o bien abdican concientemente de ellos. Sin duda es un libro (como todos los de este autor) interesante, ágil y que vale la pena leer.



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Y bueno, luego seguimos hablando de otros libros; por lo pronto ¿qué has estado leyendo últimamente, alguna recomendación?