28/3/09

La tríada colombiana (Parte 2)

Fernando Vallejo,
La belleza del Apocalipsis cotidiano

En el post anterior, iniciamos los comentarios sobre Héctor Abad Faciolince, uno de los tres autores colombianos que consideramos han marcado una nueva forma de enfrentar y vivir la literatura latinoamericana, y que hemos denominado como la tríada colombiana. Y continuando con esta trilogía, toca el turno a otro autor polémico y controvertido: Fernando Vallejo.

Antioqueño de nacimiento (1942), pasó la primera parte de su vida en Medellín, trasladándose posteriormente a Europa, donde realizó estudios cinematográficos en Cinecittà y más adelante vagar por diferentes partes del mundo, hasta establecerse en nuestro país desde 1971. Narrador autobiográfico, ha publicado la saga El río del tiempo, escrita en varios volúmenes entre 1985 y 2004, en las que sin concesiones, relata una vida de excesos en los que la experimentación y el hallazgo de su identidad sexual, han sido objeto de múltiples controversias en su país y alabanzas en el extranjero; pero en las que se deja ver esa necesidad de vivir la vida y llevarla hasta sus últimas consecuencias y sin temor a llamar a las cosas por su exacto nombre. Además ha llevado a la pantalla Crónica roja (1977) y En la tormenta (1980) y Barrio de campeones (1981), escritas y dirigidas por él en México y ganado diversos premios. Además está si magnífico libro la puta de Babilonia (2007), que es un amplio, profundo y ácido recuento de la historia de la iglesia católica desde sus inicios, y que causó gran polémica tras su aparición, entre otros.

En comparación con Héctor Abad, si bien la constante es la realidad cotidiana, en la obra de Vallejo se caracteriza por ser mucho más fuerte, áspera y directa que muestra una faceta muy diferente, en el que la misantropía aparece como el personaje principal en un mundo dislocado, que en nombre del “progreso” y la “civilización”, flagela a la sociedad y la llena de desigualdades, explotación y juegos de doble moral. Así pues, en esa realidad desgarrada de la que nos habla Fernando Vallejo, se llega los extremos paradójicos, en los que la injusticia, bien puede ser una solución perfectamente justa.

Las posiciones adoptadas por Vallejo a lo largo de su obra, le han hecho merecedor entre sus coterráneos de calificativos poco halagadores como “racista”, “fascista”, “inmoral”, “hereje” y demás adjetivos que no hacen más que confirmar su vocación por el caos y por hacer de la demolición y el escándalo su misión literaria. Sin embargo, al exterior de Colombia, el trabajo de este autor ha sido calificado en forma tan positiva que se le compara con autores de la talla del Conde de Lautremont, Henry Miller, Jean Genet o Boris Vian, además de merecerle el reconocimiento de escritores consagrados como Mario Vargas Llosa, quien reconoció la belleza que surge de en medio de la matanza y la sangre que viste al “Medallo” de La virgen de los sicarios (1994).

Pero no todo es escándalo y ruido en Vallejo, Fernando Vallejo ha realizado trabajos de investigación histórica, como su edición de la poesía completa de Porfirio Barba-Jacob (1985), El mesajero de 1991, que es nueva versión de la biografía del mismo Barba-Jacob que ya había editado en 1984, y que le llevara varios años de investigación y viajes por las ciudades en las que pasó dicho poeta antioqueño, además de publicar en 1983 su obra Logoi, una gramática del lenguaje literario, que fuera editada por la Universidad Nacional Autónoma de México, en su colección Lengua y Estudios Literarios, La tautología darvinista (1992) y Manualito de impusturología física (2005).

El estreno de la versión cinematográfica de “La virgen de los sicarios” en 2000, bajo la dirección de Barbet Schroeder y protagonizada por los excelentes actores Germán Jaramillo, Anderson Ballesteros y Juan David Restrepo, consiguió, a pesar de la poca difusión que se le dio en los circuitos comerciales y su pronta salida de las salas cinematográficas, que ese libro en particular y en general, toda su producción literaria de Vallejo se agotara rápidamente en las librerías. Ya después de su estreno, la película causó una gran conmoción en Colombia, tras su estreno en octubre de 2000, pues, tal y como afirmó el director de la producción franco-francesa al periódico “Ideal”, de Granada Espala: “Ha sido el rodaje mas emocionante de mi vida", ya que, según nos comentó en aquel entonces César Salazar, el sonidista de la producción, fue grabada casi en secreto, para mantener el financiamiento del Estado Colombiano, que aceptó parte del patrocinio en la idea de que se trataba de la adaptación de otra novela de Vallejo.

Debido a este revuelo, La virgen de los sicarios, publicada en 1994, se ha convertido hasta el momento, en la obra más representativa de Fernando Vallejo, y que por su fuerza emotiva y crudeza narrativa ha causado revuelo en los lectores. Esta novela corta narra el regreso de Vallejo a su Medellín natal, después de treinta años de ausencia, encontrándose con una ciudad que ahora se llama "Medallo" y "Metrallo", en alusión a la violencia que se concentra en sus calles. Allí conoce a Alexis, un adolescente de 16 años, convertido en todo un asesino a sueldo que sufre la desocupación causada con la captura y muerte del narcotraficante Pablo Escobar, un chico proveniente de las comunas (ciudades perdidas) de Medellín, y con el que el autor inicia una vertiginosa relación homosexual, en la que el amor, la ternura y la violencia se conjugan en un todo que desgarra y refleja la realidad de una ciudad que, después de una racha violenta, ha sido calificada como la más violenta del mundo contemporáneo. Y es precisamente esa combinación de amor y violencia situada en medio de una sociedad brutalmente cambiada en sólo tres décadas, donde la vida ya poco vale y en la que se puede morir por tocar la bateria o escuchar a alto volumen un vallenato, centran esta historia que utiliza un exquisito y negro humor que da el equilibrio perfecto para que el lector, o el espectador en el caso de la película, quede atrapado desde las primeras líneas o secuencias de esta obra.

En conclusión, Fernando Vallejo es un escritor contestatario y provocador, de pluma rabiosa, hostil e irónica que se niega a sublimar o disfrazar una realidad, sin caer en la mera y simplista nota roja o sensacionalista, que consigue con maestría embelesarnos y demostrarnos que aún en medio del apocalipsis en que vivimos, es posible encontrar la belleza.