4/1/09

Andrés Caicedo: El cuento de mi vida

El cuento de mi vida
Andrés Caicedo
Editorial norma, 2008

Hace un par de semanas cayó en mis manos El cuento de mi vida, una pequeña recopilación de textos inéditos de Andrés Caicedo (1951-1977), extraídos de las páginas de sus libretas de notas personales (él siempre se negó a referirse a ellas como “diarios”), más un par de cartas (las últimas que escribió) y con las que uno puede reforzar perfectamente el perfil de una de las leyendas de la literatura urbana colombiana del siglo veinte. Al ser de reciente edición, y de las primeras que encontraba en México, no dudé ni un momento en comprarlo y comenzarlo a leer.

El libro es muy pequeño (apenas alcanza las cien páginas de texto) y hasta podría decirse que puede ser leído en una sola sesión; pero no es para leerlo de un tirón, hay que digerir los textos poco a poco, pues la fuerza de su contenido es desgarradora y nos inunda y nos instala en las entrañas de un joven que, siendo congruente consigo mismo hasta el final, murió, por voluntad propia, a la edad de 25 años, exactamente el día que recibe el primer ejemplar de ¡Que viva la música!, la única novela que alcanzó a publicar en vida (en la que premonitoriamente asegura que vivir más de veinticinco años era una insensatez), y en que Patricia, su pareja, lo abandona.

En estos textos podemos encontrar a un Andrés vulnerable, que necesita a sus viejos aunque no puede encontrar con ellos un punto de equilibrio; su necesidad de expresarse, de encontrarse a sí mismo; los temores e inseguridades; la frustración ante su fracaso en un Hollywood que no existe; sus proyectos, y sobre todo, la "torsi", el estado de depresión casi permanente en el que vivió la mitad de su vida.


Estos fragmentos muestran de manera muy clara y avasalladora, no sólo la pericia literaria de Caicedo, sino una visión concreta de su personalidad y el huracán en que se convirtió su vida: las constantes depresiones; los miedos; la incomprensión, el sentimiento de otredad y las inseguridades que lo envolvieron en todo momento; sus amores; su propia necesidad de cariño y su paso por las drogas, circunstancias que sin duda, marcaron y el estilo y la fuerza de sus narraciones y dieron a su existencia ese sabor a escritor maldito, pues más allá de su tragedia personal, Caicedo destaca por que se atrevió a romper con el realismo mágico, dándole la espalda a Macondo y sumergiéndose en Cali, en una época en la que el único paradigma para los escritores de su país era seguir lo pasos de García Márquez. Por eso su trabajo trascendió y hoy incluso cuenta con un espacio privilegiado en la biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, por eso sus amigos lo recuerdan, por eso ha inspirado a otros grandes escritores colombianos como Rafael Chaparro Madiedo y Efraím Medina Reyes, porque Caicedo le ganó a la muerte, y porque así como Francia tuvo a su niño genio en Rimbaud; Cali, Colombia entera, tiene a su niño genio en Andrés Caicedo.

Dicen en Cali que aún se le puede ver vagando por las calles de la ciudad, con su cabello largo, su ropa desaliñada y su eterna cara de niño triste , tal vez a la espera de la siguiente función de cine, de que de alguna bocina irrumpa una pieza de los Rolling stones, o de encontrarse en la mirada y los rostros de los nuevos jóvenes (nuevos angelitos empantanados) para engarzar nuevas historias allá en la eternidad, donde se encuentra, porque Andrés Caicedo no es sólo un escritor caleño más, Caicedo ES el escritor caleño, o, mejor dicho, es el corazón de Cali.

Para quienes no saben quién es Andrés Caicedo y se interesan en este extraordinario escritor, pueden consultarlo aquí, pero lo fundamental es leerlo, adentrarse en su obra y aprender de ella; pues después de leerlo, resulta casi imposible no apropiarse de él, de sus sentimientos y la fuerza que encierra su obra. En México es posible encontrar, además de El cuento de mi vida, sus recopilaciones de cuetos Calicalabozo y Angelitos empantanados o historias para jovencitos. Ojalá y la editorial Norma siga editando sus textos y dándolos a conocer por otras tierras.