17/1/09

Sobre los microtextos

En un mundo en el que los alcances de la tecnología y de los medios crecen día con día de forma vertiginosa, el escritor se ha visto en la necesidad de echar mano de todo su ingenio y su capacidad para crear obras atractivas que logren apartar a los lectores de las pantallas y televisores, por lo que muchos de ellos se han dado a la tarea de explorar formas literarias flexibles y versátiles para lograr su cometido, encontrando muchas veces en el microtexto, la herramienta idónea.

Pero, ¿qué es en sí el microtexto? Como su propio nombre lo indica, el microtexto es una forma literaria que se distingue ante todo, por la economía de palabras con la que se desarrolla; es decir, un texto en el que se expone una idea completa utilizando el mínimo de palabras posible. También se le ha denominado como minicuento, relato breve o minifición, por mencionar algunos; sin embargo consideramos que estos nombres no son del todo correctos, ya que si bien todos coinciden en una idea minimalista, se restringen al plano de la ficción, del cuento, la historia; mientras que el término “microtexto”, abre la gama de posibilidades de experimentación literaria, en la que lo mismo cabe el aforismo, el cuento o relato, la nota periodística e incluso, temas que podrían pasar como no literarios, como es el caso de Instrucciones para subir una escalera, de Julio Cortázar, en el que una situación tan cotidiana como el ascenso de unas escaleras, alcanza niveles de expresión artística poco imaginados. Es por ello que esta opción escritural ha tenido gran auge en el ámbito de la literatura iberoamericana contemporánea.

En cuanto a sus antecedentes, podemos decir, a modo de mircotexto, que en Iberoamérica surgió a finales del siglo XIX y principios del XX, con algunos textos como Palimpsesto I de Rubén Darío (1867– 1916), El engaño de Amado Nervo, A Cirse de Julio Torri (1889-1970) y los Cuentos en miniatuira de Vicente Huidobro (1893-1948); y es ya entrado en el siglo XX cuando el microtexto alcanza su madurez y gran difusión con publicaciones legendarias como El cuento (México) y Puro cuento (Argentina); además de ser adoptado por escritores de la talla de Juan José Arreola (1918-2001), Enrique Anderson Imbert (1910-2000), Augusto Monterroso (1921-2003), Julio Cortázar (1914-1984) y Jorge Luís Borges (1899-1986) (en este último caso, no debemos confundirlo con el ínclito escritor guanajuatense tan admirado por el señor Fox).

El microtexto ha sido un recurso ampliamente socorrido en talleres literarios, como ejercicio de experimentación previo al desarrollo de géneros literarios (principalmente narrativos) más extensos, como el cuento, el ensayo y, por supuesto, la novela.

Ahora bien, aunque el microtexto responde en principio a la fórmula aristotélica “planteamiento, desarrollo y conclusión”, diversos estudiosos como Juan Armando Epple y Lauro Zavala, entre otros, lo han escrito y analizado, creando toda una teoría alrededor de esta forma literaria, estableciendo sus constantes y características.

En el microtexto se conjugan principalmente cinco elementos esenciales:

Brevedad.- Como ya anotamos líneas arriba, el microtexto se basa fundamentalmente en la economía de palabras, lo cual no implica necesariamente una pobreza de lenguaje. Su extensión varía y por ello podemos encontrar textos legendarios como el El dinosaurio de Augusto Monterroso, que no utiliza más de diez palabras; pero puede ser algo más ya que para considerar un microtexto como tal, no debe superar un máximo de 500 palabras aproximadamente.

Contundencia.- Este elemento nos indica que el microtexto no debe dejar cabos sueltos; es decir, no por desarrollar un texto en pocas palabras, debe estar inacabado, dejando al lector con una sensación de que algo falta para ser totalmente claro, o que no es más que el boceto de una idea por desarrollar, y para evitar esta sensación debemos referirnos a una sola idea concreta y definida.

Omisión.- Debido a la economía de palabras, no podemos detenernos a dar mayores descripciones o explicaciones al lector, el microtexto debe fluir con naturalidad y rapidez, aunque tenemos la posibilidad de dejar abierta la puerta al lector, para que por su cuenta, descubra interpretaciones y significados ocultos en el texto, como podemos apreciar en Haga como si estuviera en su casa, de Julio Cortázar.

Capacidad lúdica.- Este elemento del microtexto como el principal disparador del ingenio creativo, pues permite el uso del sarcasmo o ejercicios lingüisticos como los realizados por Óscar de la Borbolla en sus Vocales malditas (1988). Además, gracias a esa capacidad lúdica, el escritor puede valerse de cualquier cosa para crear un microtexto, recurriendo a diversos géneros como el ensayo, el relato, el aforismo, la parodia e incluso acercarse a la poesía, como los haiku de Juan José Tablada.

Multiplicidad.- Con esto nos referimos a que no por tratarse de un textodesarrollado con economía de palabras, esté escento de una multiplicidad de lecturas; y aquí es donde entra en juego la capacidad del escritor, al dar a un texto cerrado la mayor cantidad de subtextos posible. El microtexto puede ser de una sencillez evidente, pero lo que hay detrás, las ideas que lo sostienen pueden ser bastas y de una variedad abrumadora, y el efecto en el lector va más allá de lo que se dice, pues consigue dejar su actitud pasiva y volverse partícipe del texto, al interpretar lo que se lee desde su experiencia, su forma de pensar y de sentir, dándole al microtexto tantas connotaciones como ideas tenga en la cabeza.


El microtexto es una herramienta excelente para experimentar y divertirse, para practicar la sencillez (que no la simpleza), para aprender a depurar los textos, a decir exactamente lo que se quiere decir sin darle vueltas, y sobre todo, sirve para encontrar una voz propia, concreta y contundente.
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Algunos experimentos personales con microtextos
La paradoja de Sócrates
Sócrates proclamó el famoso “Yo sólo sé que no se nada”, así como el principio de la educación gratuita, lo que enfureció a los sofistas que administraban las escuelas privadas. Finalmente, fue condenado a morir con cicuta, por saber demasiado, lo que le costó muy caro.
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Matutina
La luz de la mañana entró por el ventanal golpeando su cara y, burlona, le notificó que nuevamente estaba sola y que él ya nunca más regresaría. Entonces, soltó un suspiro, contó el dinero y se fue a bañar.
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y haciendo algo de pastiche

Balada del egoísta
Esta tarde vi llover, vi gente correr y me sentí profundamente feliz de tener coche.

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Alicia
Y cuando Alicia por fin abrió los ojos, murieron las maravillas.